Aunque muchos piensen lo contrario, la limpieza de las paredes debe hacerse para una correcta higienización del hogar, especialmente para aquellas personas que sufren alergia al los ácaros del polvo..
Estas superficies verticales, ciertamente, no acumulan la misma cantidad de polvo que los muebles y el suelo, pero sí que, con el paso del tiempo, terminan recibiendo partículas de polvo suficientes como para que sea necesario limpiarlas.
Asimismo, con el uso, se van generando manchas en su superficie que las afean y que las ensombrecen en cierto modo, sobre todo las que se deben a rozaduras por el uso diario en torno a interruptores y en la zona de los pies.
Por ello, una limpieza en esta zona común del hogar es muy recomendable para elevar la estética en conjunto de toda la casa y que se respire un aire de limpieza general en esta.
La mejor época
La primavera (también el verano) es una buena época para realizar esta operación estética general, ya que será necesario airear las estancias en las que se frieguen las paredes.
En general, la mayoría de hogares tiene pintura plástica lavable, un material que no presentan ningún inconveniente a la hora de frotarse y que agradecerá esta actuación de limpieza.
En cuanto a la frecuencia de esta actuación, basta con hacerlo una o dos veces al año, ya que la cantidad de polvo que se acumula es ínfima, pero con el paso de los meses va ganando en espesor.
Existen en el mercado algunas soluciones específicas para lavar paredes, como el famoso borrador mágico de Mercadona, con dos caras para limpiar y para acabar con las manchas. Dotarse de este tipo de esponja es sería una gran solución para llevar a cabo esta limpieza, sin embargo, no es la única vía para terminar con la sociedad y polvo en las paredes de la casa.
De hecho, es recomendable preparar una solución casera para bajar el coste de esta limpieza, y poder personalizar la manera en que las limpiamos: astará con agua tibia y un chorro de jabón como el que se usa para lavar los platos.
Los básicos
A nivel de utensilios, será muy útil contar con una mopa, ya que esta nos permitirá llegar a todas las alturas más allá de donde alcanzamos. También será necesario usar paños y tener a mano un recipiente con agua tibia, que será necesario ir cambiando a medida que escurramos el agua sucia.
Si no se dispone de mopa, en vez de esta se puede usar una escoba recubierta con un paño de microfibra o con una toalla con la que poco a poco se irá retirando el polvo.
Paso a paso
Lo primero, es quitar el polvo con la mopa para que se quede la pared totalmente libre de este. Basta con pasarla por toda la superficie tras haber retirado los cuadros y otras decoraciones.
Lo siguiente es comprobar que si se moja la pintura no se marcha, ya que muy posiblemente no recordaremos si la que se aplicó en esa estancia era pintura plástica. Esto se puede realizar en una zona poco visible como por ejemplo en la zonas bajas de la pared o detrás de un mueble.
Acto seguido, hay que frotar toda la superficie con un paño húmedo e ir avanzando hasta completar la pared por completo. En este paso es importante ir aclarando el paño y cambiando el agua para que siempre la que usemos siempre esté limpia. Será necesario abrir la puerta y las ventanas si las hay para ayudar a que se seque lo antes posible.
Los rodapiés hay que limpiarlos también previamente con la escoba o con la ayuda de un plumero para quitar todo el polvo acumulado (ya que es donde más se acumula este) y hacer lo mismo con el paño húmedo.
Foto | Freepik
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