BKF: diseño universal

BKF: diseño universal
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Pocos diseños de sillas se han hecho tan universales como el de la BKF. En 1938 un arquitecto catalán (Antonio Bonet) y dos argentinos (Juan Kurchan y Jorge Ferrari-Hardoy) se conocen trabajando en el estudio de Le Corbusier en Paris. Allí mismo congeniaron y crearon juntos la silla que sería conocida por sus iniciales: BKF.

Partieron de una idea simple y se inspiraron en la silla Tripolina, un asiento plegable de campaña, con estructura de madera y cubierta de lona, que utilizaba el ejército inglés y luego bautizaron los italianos en 1877.

También es conocida por el nombre de “Butterfly” o mariposa, el diseño fue reproducido en un principio por la firma por Artec-Pascoe, hasta que en 1945, la empresa norteamericana Knoll la lanzó a la fama.

El éxito fue tal, que se estima que en los años 50, diversos fabricantes bajo diferentes nombres produjeron más de 5 millones de sillas BKF. En el modelo original, el peso del cuerpo recae al sentarse sobre una funda de cuero (piel) que se apoya en una estructura fija de acero. Sin embargo, durante estos años fue reproducida y copiada en distintos tipos de materiales y hoy se la puede encontrar en texturas y colores muy diferentes.

La BKF es una de las sillas más célebres del Siglo XX y hasta forma parte de la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Hoy por hoy podemos encontrarla en cualquier rincón del mundo, reinterpretada en los materiales más diversos. Pero el original de piel es inimitable.

Como el tango, un BKF señala una identidad argentina allí donde esté, para los ojos que saben reconocer la perfección de un diseño simple, materiales nobles y una estética sin edad.

Vía | La Voz

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